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Artículo


REINADO DE DIOS


Pedro Serrano García


El Reino de Dios está entre nosotros
Al comienzo de su vida pública, Jesús iba proclamando de aldea en aldea, de lugar en lugar: “convertiros porque el Reino de Dios está cerca”. Esta afirmación era atestiguada con las asombrosas curaciones que realizaba. Los enfermos empobrecidos con sus familiares, marginados  por los encumbrados hombres sagrados de la religión judía, veían en Jesús una nueva manera de entender a la divinidad.  Dios ya no era un severo juez dispuesto a castigarles con pobreza, enfermedades y otros males por sus pecados, sino Dios era el Padre bondadoso que los acogía misericordiosamente como a sus hijos queridos. Tal vez la parábola del padre cariñoso con dos hijos pecadores, uno despilfarrador y otro legalista, es uno de los pasajes bíblicos que mejor describe a Dios-Padre.

Dos maneras de entender el Reino de Dios
La clase dominante de Israel en el siglo I, añoraba el esplendor del Reino de David y de Salomón, cuando otros pueblos les rendían tributos; el rey judío  sometía a sus enemigos con la fuerza de sus ejércitos. Esperaban pues, los compatriotas de Jesús, la llegada del Mesías como el nuevo rey de Israel, que poniéndose al frente de las fuerzas armadas judías derrotara al ejército imperial romano, convirtiendo a Israel en el nuevo reino dominador de pueblos.
El mesianismo de Jesús, se basaba en el Siervo de Dios, era de humildad, misericordia, perdón y amor; con una predilección especial para los marginados.  Jesús no se puso al frente del ejército judío para hacer la guerra a los enemigos de Israel. El reinado de Dios se iría manifestando en la medida que voluntariamente, con mansedumbre y solidaridad con los pobres, vayamos trabajando por una nueva sociedad basada en la justicia, la libertad, la igualdad, la paz y el amor.  Jesús, en vez de quitar la vida a sus enemigos optó por dar la vida él por la salvación de todos, amigos y enemigos, pero fundamentalmente por los empobrecidos.
Frente al reino violento y nacionalista de los judíos, Jesús nos trajo el Reinado pacífico y universal de Dios Padre.
Pero los sacerdotes y escribas, así como los grupos saduceos y fariseos,  negaron a Jesús su mesianismo “no-violento-activo”.  Al principio mostrándole su desprecio; pero al ver que las masas populares al creer en Jesús podían hacer peligrar su situación acomodada, colaboracionista y elitista, le fueron amenazando de muerte.  El Sanedrín (gobierno político-religioso de Israel), impotente ante el atractivo de Jesús para con las mayorías empobrecidas de Judá y Galilea, lo condenó a muerte y lo entrego para su ejecución a las autoridades romanas.
El proyecto del Reinado de Dios que Jesús proclamó, ha existido y permanece encarnado e inculturado en los sistemas políticos sociales que han ido surgiendo en la historia; en esos sistemas de muerte se manifiesta el Reino de vida. Lo van haciendo realidad los profetas, los creyentes, incluso los no creyentes que se comprometen por una sociedad justa y fraterna.
La dignidad de los seres humanos, los derechos fundamentales, la prioridad del trabajador sobre el capital, los valores democráticos, la solidaridad con los pobres, son evidente y misteriosamente manifestaciones del Reino de Dios –entre otras muchas– , al ser plenamente humanas.

Ambivalencia de las Iglesias
Los teólogos son de la opinión de que Jesús no creó ninguna religión ni fundó la Iglesia. Jesús trajo el Reinado de Dios que se alcanza cuando nos convertimos a sus valores éticos y humanos.  Reino de Dios global al que están invitados, no sólo el pueblo judío y cristiano, sino todos los pueblos de la Tierra y de cualquier religión o creencia, incluso los agnósticos y ateos.
Al principio en el movimiento de Jesús no había autoridades, sino discípulos-testigos de la vida, muerte y resurrección de Jesús.  A medida que el cristianismo iba creciendo, hubo necesidad de dejar por escrito la vida y mensaje de Jesús, al mismo tiempo que se organizaba la Iglesia creando autoridades.
Luego, la Iglesia, por intereses de poder se fue dividiendo en varias iglesias: católica, ortodoxas, protestantes y evangélicas, Actualmente hay una gran proliferación de denominaciones, muchas de ellas se crean simple y llanamente como medio de vida del pastor.
Hoy las Iglesias históricas, debido a sus necesidades institucionales de templos, sacerdotes, editoriales, radios, televisiones, obras de caridad y otras cosas más, no las es suficiente con los modestos aportes de los fieles.  Así observamos, que pretendiendo ser fieles al mensaje del Reino de Jesús, se someten a los poderes económicos y políticos que les aportan bienes económicos. Están incumpliendo el consejo de Jesús: “no se puede servir a Dios y al dinero”.  Las autoridades de la Iglesia Católica, tienen un bonito mensaje social, pero una práctica no muy coherente en el proyecto de Jesús, que vivió para liberar a los oprimidos. Esta incoherencia se observa, asimismo, en la Iglesia hondureña. Las Iglesias, más que cristianos, adoctrinan a creyentes pasivos, ello favorece a las oligarquías dominantes.